Desde la Edad Media las vías pecuarias constituyeron la infraestructura fundamental para el tránsito ganadero, tanto para los grandes movimientos de ganado en trashumancia, como para los pequeños desplazamientos a pastaderos, abrevaderos, etc. El conjunto formado por las vías pecuarias de todo el territorio español constituye un patrimonio histórico único en Europa y en el mundo, que es necesario preservar y promocionar, y así mismo lo postulan tanto el Estado como la Comunidad de Madrid.

Nuestro municipio de Valdemorillo está travesado por numerosas vías pecuarias, algunas de ellas de gran importancia, como la Cañada Real Segoviana, que lo atraviesa desde Quijorna hasta Valmayor.

A lo largo del siglo pasado, decayó en gran medida su uso tradicional para movimiento de ganados, lo que unido a una legislación laxa y utilitarista y a una escasa labor de policía y vigilancia de estos terrenos, resultó en pérdida, interrupción o deterioro de muchas de estas vías en todo el territorio nacional, a base de ocupaciones o de construcción de infraestructuras.

Valdemorillo no fue ajeno a ello, como muestran la desaparición de muchas coladas y cordeles bajo las aguas de Valmayor o la ocupación de la Cañada Real Segoviana por tramos de la carretera M-600.

Para solucionar este problema, la aprobación de la Ley 3/1995, de 23 de marzo, de Vías Pecuarias por parte del Estado, y la Ley 8/1998, de 15 de junio, de Vías Pecuarias de la Comunidad de Madrid, declaran las vías pecuarias como bienes de dominio público y, en consecuencia, inalienables, imprescriptibles e inembargables. Cuando existieren razones de interés público que así lo exigieran, se podrá variar o desviar el trazado de una Vía Pecuaria, previa desafectación del tramo objeto de desvío; el acuerdo de modificación del trazado habrá de ser adoptado mediante Orden de la Consejería competente en materia de vías pecuarias de la Comunidad y deberá asegurar el mantenimiento de la integridad superficial de la Vía Pecuaria, el carácter idóneo del nuevo itinerario y del trazado, y la continuidad de aquélla, de modo que no se interrumpa el tránsito ganadero ni resulten obstáculos para el ejercicio de los demás usos compatibles y complementarios.

Según afirma en su página web institucional la Comunidad de Madrid, sus actuaciones en materia de vías pecuarias van encaminadas especialmente a asegurar su conservación y adoptar las medidas necesarias para su restauración y protección, y también a asegurar a través de las vías pecuarias la biodiversidad y el intercambio genético de la flora y la fauna de la Comunidad de Madrid.

¿Cómo entonces se compagina esto con el proyecto de desdoblamiento de la M-600? Desde su entrada en Valdemorillo procedente de El Escorial, ya esta carretera, con su única calzada, ocupa parte de los terrenos del Cordel de Valmayor, entre las desviaciones de Peralejo y de La Pizarrera y Montemorillo; de la Colada de Fuente Vieja, entre Las Infantas y La Esperanza; de la Cañada Real Segoviana, en las inmediaciones del casco antiguo; y de la Vereda del Camino de Robledo de Chavela, entre Puentelasierra y El Mirador del Romero.

¿Qué pasará si se desdobla la carretera?

¿Mantendrá realmente la Comunidad de Madrid “la integridad superficial” de estas vías pecuarias?

¿A quién y a qué coste expropiará para ello otros terrenos?

¿Mantendrán la idoneidad del trazado, o el tránsito por estas vías encontrará grandes obstáculos?

¿Cómo van a poder asegurar así el intercambio genético de la flora y la fauna?

Tal vez no sólo no debería plantearse un desdoblamiento de la carretera, que como ya hemos expuesto en otros artículos, es innecesario si se acomete otra serie de medidas menos impactantes y más económicas; tal vez lo que deberían plantearse las administraciones es además recuperar y restaurar lo que ya nos fue arrebatado de las vías pecuarias anteriormente y no agravar, por el contrario, la herida.